jueves, 25 de noviembre de 2010

"LA ESPERANZA" DE VICENTE B. ZUBIAURRE

"La Esperanza" de Vicente Benjamín Zubiaurre

SE UBICABA EN TIERRAS DE LOS ANCHORENA, SIN FORMAR PARTE DE ELLAS.
SITIO DE FUNDACIÓN DEL PUEBLO Y COLONIA DIVISADERO EN 1907.

BENJAMÍN CARLOS ZUBIAURRE VENDIÓ EN 1915 A HORTENSIA AGUIRRE DE LELOIR. FUE HEREDADA POR MAGDALENA LELOIR Y AGUIRRE.


Casco original de estructura
colonial, con galerías perimetrales.
Cómo llega La Esperanza a manos de  de
VicenteBenjamín Zubiaurre
Fue escenario -en el principio de nuestra historia- de incursiones indias en busca periódica
 de caballadas salvajes entre sus bordes montuosos y lagunas, por lo que se la llamaba
 “Potrero de los Indios”.
En 1812 el Superior Gobierno hizo merced de estas tierras a Pedro Blas Escribano, hijo del
fundador de Chascomús en premio por sus luchas contra los ingleses en las filas de los húsares
de Pueyrredón y su participación con su primo hermano, el Coronel Martín Rodríguez, en la
Campaña Libertadora donde fue gravemente herido. Una vez recuperado se unió a la campaña
para adelantar la frontera sur, fundando la estancia “LA BUENA ESPERANZA”  -así llamada en
 honor a Nuestra Señora de la Buena Esperanza- en los Montes Grandes del Tuyú.
En 1814 fue adquirida por Pedro Castelli, soldado de San Lorenzo, en representación de la firma
Zimermann, Frazier y Cia., donde Castelli se desempeñó como encargado  y administrador hasta
1829, año en que adquirió una propiedad en la Sierra Volcán. Fue durante su estadía en La
Esperanza que el patriota Castelli estableció amistades y contactos con los principales
hacendados y encargados que posteriormente se unirían durante la Revolución de los Libres del
Sud.
l829 -Pedro Castelli declara que ese campo pertenece a la Firma Zimmermann, Frazier y Cía y
a Carlos Hutz.
l836- Las tierras son vendidas a Antonio Sanchez y Cía.
1839– Al estallar la insurrección de Los Libres del Sur en Dolores, Gervasio Rosas, que se
hallaba en la estancia El Tala, fue apresado por López Calvetti con toda su gente, armamentos
y pertrechos, siendo remitido a Dolores por orden del comandante Rico, de aquel punto, y como
medida de seguridad éste fue reconducido a el Divisadero, permaneciendo preso en la estancia
“La Esperanza”  que Castelli había vendido a Sánchez, hasta que los insurgentes fueron
derrotados en la Batalla de Chascomús.
Al inicio de la revolución, Castelli se encontraba en su estancia de Sierra Volcán, pero fue
proclamado jefe de la misma y derrotado en la Batalla de Chascomús por las fuerzas del Coronel
Granada y Prudencio Rosas. Huyó hacia la seguridad: los Montes Grandes del Tuyú. Pero,
alcanzado en los Montes de Monsalvo por una partida rosista, fue asesinado a lanzazos el 15
de noviembre de 1839. El sargento Juan Durán, conocido como “El degollador”, le cortó la
cabeza, que fue expuesta pocos días después en una pica a expectación pública en la plaza de
Dolores que hoy lleva su nombre.
1848 – El Coronel del Valle, jefe de las fuerzas acantonadas en la frontera Sur expide la baja del
“capitán don Benjamín Susbiaurri, quien venía a ocupar el puesto de mayordomo en las
estancias que en las costas del Arroyo Grande poseían los señores Anchorena
l849 -Antonio Sanchez vende el campo a Juan Melazo quien, en 1850 declara ante escribano
que la mitad pertenece a Vicente Benjamín Zubiaurre.
l850 -El 27 de mayo de 1850 se realiza la operación de traspaso de ese establecimiento a
manos de Don Benjamín Zubiaurre.
Los Zubiaurre o Susbiaurre son originarios del pais vasco, desde donde emigraron a la Argentina.
Su familia tiene un escudo - como todos los apellidos españoles – donde vemos un puente sobre
un río, con una torre en medio del recorrido. Zubiaurre significa “torre sobre el puente”.
Antiguo empleado de Rosas en “Los Cerrillos”, Zubiaurre fue soldado del tercer cívico -junto con
Roque Baudrix- en los sucesos anárquicos de 1820; Capitán en el Tandil, y finalmente, luego de
su baja en el año 1848, se desempeñó como mayodormo de las estancias que poseían los
Anchorena en las costas del Arroyo Grande.
Al hacerse propietario de la totalidad del campo, Benjamín Zubiaurre comienza a desarrollar la
producción. A esta altura ya había amasado una gran fortuna y adquirido “La Porteña” y otros
campos en la provincia. Era calificado con justicia como “opulento hacendado al Sur del Salado”.
“La Esperanza” es la obra de Zubiaurre, donde reside durante largas temporadas y despliega en
plenitud su afición a la cría de caballos, logrando con el tiempo darle mucho renombre a las
caballadas de los Montes Grandes, por las que obtuvo importantes premios en las primeras
muestras rurales celebradas en el país.
Zubiaurre ha dejado un fecundo anecdotario en la comarca, ya que tenía una fuerte personalidad
de singulares matices y reacciones inesperadas. Fue muy apreciado por su carácter frontal y
honesto.
l860 -El Agr. Justiniano Lynch realizó otra mensura de La Esperanza, donde se consignan como
referencias topográficas el casco de la estancia, Laguna “La Larga”, el “Puesto de Tropillas” y la
casa de Negocios (la que posteriormente fue “La nueva Esperanza”, de Pedro Bidalun)
l864 –El censo ganadero arroja que la estancia La Esperanza poseía 1.500 vacunos, 750
yeguarizos y 4.300 lanares. Diez años más tarde se contaban 5.000 vacunos, 2.100 yeguarizos y
12.000 ovejas.
1869 - Benjamín Zubiaurre alambró su campo.
1872 –Nacimiento de Benjamín Carlos Zubiaurre, último hijo de Benjamín Zubiaurre y Josefa Pinto
Meneses, quienes tuvieron quince hijos.
1879 -Huérfano a los 7 años, el pequeño Benjamín Carlos fue a vivir a París con su hermana
Dolores, condesa de Biadelli. Sus tierras en estos pagos eran administradas por su apoderado de
apellido Fonrouge.
l886 – Las propiedades rurales de Vicente Benjamín Zubiaurre se adjudican en partes iguales a
tres de sus hijos: Benjamín Carlos, Mariano y Dolores. Benjamín Carlos recibe “La Esperanza”
con las tierras del “Divisadero”.
Mariano y Dolores Zubiaurre reciben La Porteña, en Invernadas, que venden a Botto e hijos y
Orosimbo Althabe.
Benjamín Carlos pasó la niñez y juventud con su hermana Dolores, condesa de Biadelli en París.
Gran parte de su vida transcurrió en “la ciudad luz”, donde obtuvo grandes triunfos turfísticos
con sus caballos “Pisci” y “American Bay”. Llegado al Tuyú -donde administraba sus intereses el
señor Fonrouge-  con las finanzas magulladas, se instaló en “La Esperanza” que contaba en esa
época con el casco y unos pocos terrenos adyacentes, donde tenía un o     un
haras.                                                                                                                                                                                                         
l904 -Benjamín Carlos Zubiaurre junto a los propietarios de los campos vecinos Eduardo Castex,
Carlos Guerrero, Agustín Acosta y otros, solicitan a la Empresa Ferrocarril del Sud la construcción
de un ramal desde Gral. Guido a Juancho.
1906 - Zubiaurre vende a esa Empresa 298.598 m2., con destino a la Estación y vías. En el KM.
71.687 conocido como “Lomas del Divisadero” se construye la Estación con el nombre
DIVISADERO.
l907 -El ramal se inaugura provisoriamente. El primer tren correrá el 7 de noviembre.
En marzo Zubiaurre presenta al Ministerio de Obras Públicas bonaerense la solicitud de aprobación
de la funadación de un pueblo en terrenos de su propiedad, contiguo a la Estación.
El Gobernador lo aprueba en Octubre.
La propuesta de Zubiaurre fue acompañada con un plano del agrimensor Bernardo Meyer en los
que se designaban los lotes para la Municipalidad, Policía, Iglesia, Escuelas, Plazas y Cementerio
y se solicitaba conservar el nombre de Pueblo y Colonia Divisadero, trasladando las autoridades.
Caso contrario, Zubiaurre manifestaba que se llamaría “Pueblo y Colonia Zubiaurre”.
EL 8 DE DICIEMBRE SE REALIZA EL REMATE DONDE
LA HISTORIA DEL PUEBLO Y COLONIA DIVISADERO
Y LA ESTANCIA LA ESPERANZA TOMAN CAMINOS DIFERENTES
1907 -Al fundarse el Pueblo y Colonia Divisadero, La Esperanza estaba arrendada: mitad a
Gregorio Sierra, quien tenía su almacén de Ramos Generales en la zona de la estación- llamada
Divisadero- y el resto a un señor Estanga. Benjamín Carlos se reservaba sólo el casco con
potreros adyacentes. El remate de tierras estuvo totalmente a cargo de Etchegaray por
encargo suyo, mientras él residía la mayor parte del tiempo en Maison Laffitte, en las
proximidades de París.
Desde el mes de Febrero de aquel año, don Celestino Deluchi se hallaba en “La Esperanza”
terminando varias construcciones para venir luego a instalar en las quintas números 50 y 55 el
primer horno de ladrillos, con los cuales debía cumplir su hermano Juan B. Deluchi un contrato
para edificar en los loteos vendidos.
Cuenta Raúl Zalguizuri en el periódico Tribuna: “El hombre que pasó bajo su martillo lote por
lote las primeras tierras del ejido urbano de General Juan Madariaga, era un veterano que se
había iniciado en el oficio en el año 1890. Nieto de don Mariano Billinghurst, hombre que en su
época propulsó con entusiasmo las ventas de tierras en subasta, en la Capital Federal y sus
aledaños. Como respondiendo a una característica consanguínea, el señor Etchegaray fue un
hombre decididamente progresista y ya en 1896 fundó en Buenos Aires una casa de remates
que giró bajo la firma de Méndez Frías, Etchegaray y Cía. Cuatro años después, disuelta dicha
firma, don Arturo ingresó como martillero en la casa de Collet y Llambi, de la que se separó en
1902 para instalarse con su sola firma, en la casa donde le conocimos, en Cangallo 472, de la
Capital”.

1915 – Se vendió La Esperanza a la sra. Hortencia Aguirre de Leloir. Días después,
Zubiaurre se instaló en una propiedad suya en la Avenida San Martín, rodeado de servidumbre.
Sus mucamas, dice el historiador Velásquez, eran señoritas de antiguas familias radicadas en el
pujante pueblo fundado por él hacía ya 8 años.  Allí tuvo el primer corral de ferias, justo frente
al sitio donde estaba la esquina de Sierra, que fue adquirida años después por Salvador Arce.
DIVISADERO (General Madariaga) fue para Benjamín Carlos Zubiaurre el centro de sus afanes y
continuó trabajando para su desarrollo en el local de remate y feria de su propiedad hasta que
se marchó a La Plata donde falleció el 30 de julio de 1934. Sus restos descansan en el
cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires.
En la actualidad la estancia pertenece a la señora Marta Fernandez Górgoras, cuya madre,
Mercedes Leloir y Aguirre, fue hermana del Premio Nóbel de Química Dr. Luís Federico Leloir.
El casco de esta histórica estancia fue hasta 1960 de una sola planta. Hoy se le ha construido
un piso superior sin tocar su estructura original. Pintada de color rosado, sus galerías
acogedoras están sombreadas por las enredaderas; en el jardín se conserva un cañón que
procede de un antiguo fortín donde don Vicente Benjamín padre prestó servicios en sus luchas
contra el indio.
El antiguo galpón de esquila, valiosa construcción que perdura en el tiempo, conserva el
malacate sobre el piso superior, sus aberturas “ojo de buey”, las molduras del techo y
un medallón de mampostería con el año de su construcción, – 1908 - cuando el pueblito
fundado sobre estas tierras tenía sólo un año.

 


PROPIEDAD DE BOTO E HIJOS Y OROSIMBO ALTHABE EN UN PLANO DE 1929

“A culata de carro”
UNA ANÉCDOTA DE DON VICENTE BENJAMÍN ZUBIAURRE
Publicado en el  Periódico “El Argentino” en agosto de 1923
Allá por los años 1888 o 1889 era dueño de la importante casa El Divisadero don Gregorio Sierra, español de nacimiento y comerciante si los hay, su carácter afable y su corazón generoso habían captado las simpatías de lo poco menos que desiertos parajes conocidos por los Montes Grandes, sin vías de comunicación, pues solamente se aventuraba una galera que salía de Maipú y tardaba tres días en llegar a su destino.
Don Gregorio – como generalmente se lo llamaba – había reunido en su casa todas las dependencias necesarias: había almacén, tienda, zapatería, herrería, médico, que era el español don Domingo Bravo, botica a cargo de don Cristóbal Palma, en fin, allí en la casa se podía buscar y se encontraba lo que necesitasen los habituales de aquella zona.
Allí caían los matreros con sus cargueros de cueros de nutria, cerdas y algunos cueros de vaca alzadas que pululaban por los montes. Todo les compraba don Gregorio. El matrero hacía su provisión de “vicios” y regresaba a los montes, donde tal vez la china le esperaba ansiosa de ver los vistosos percales que le llevaba y su hijito las sabrosas masitas de la pulpería.
Era encargado del almacén y jefe de la casa Don Manuel Rama, español también y sumamente bueno, quien representaba al Sr. Sierra en todos los negocios con competencia indiscutible.
Eran clientes principales de la casa, don Benjamín Zubiaurre, don Pedro Estanga, El Tala, La Florida, donde era mayordomo don Serapio Flores y muchas otras firmas y grandes estancieros a quienes atendía solícitamente don Gregorio, como asimismo cualquier vago alzado – que había bastantes – a todos dejaba conformes don Gregorio.
Se contaba entonces una anécdota de don Vicente Benjamín Zubiaurre, recientemente muerto, la que don Gregorio contaba así:
Don Benjamín era cliente y amigo de Sierra, a quien dispensaba su confianza y ayudaba en toda forma, pero, como es sabido, Zubiaurre era un hombre excéntrico como pocos. Un día va Sierra con una tropa de carros a recibir las lanas del establecimiento “La Esperanza” que  había comprado. Al entrevistarse con don Benjamín le dice que, de acuerdo a lo convenido, viene a llevarse la lana, a lo que éste contesta:
-Muy bien, gallego, pero ya sabés nuestro trato. A pagar a culata de carro.
Don Gregorio, que conocía lo bromista que era Zubiaurre, no hizo mayor caso de la cláusula aquella, aunque volvió a repetírsela varias veces.
 -Ya sabés, che gallego, el pago a culata de carro.
Cargaron la lana, previa pesada, etc. y cuando Sierra se iba a despedir y dar la orden de partida a los carreros, le dice don Benjamín:
-¿Che, gallego, cuánto importa la lana? …¿y la plata?
Como es de suponerse, don Gregorio ni se imaginaba lo que iba a ocurrir allí, y como Zubiaurre se pusiera serio, comenzó a darle bromas y a desviar la conversación, pero cuando don Benjamín vio que los carros se iban a marchar le increpó:
-¡Pagame o descargá la lana!
Sabía Sierra que Zubiaurre no se andaba con “paños tibios” cuando se encaprichaba y comenzó a picarle la aventura. Trató seriamente de disculparse por no haber traído el dinero, pero don Benjamín estaba empecinado; le ofreció Sierra darle giro sobre Buenos Aires pero nada conseguía, pues no salía de sus trece:
-Ya te había dicho que el pago sería a culata de carro.
Entonces Sierra tuvo la inspiración del momento, y como conocía bien a su contrincante, comenzó a lamentarse que descargaría la lana e iría a buscar la plata a Maipú, que bien merecido se lo tenía por no hacer las cosas bien, como decía don Benjamín, etc.
Éste ya estaba desarmado, así que le dice:
-Bueno, decime gallego cuánta plata necesitás para pagarme la lana. Sierra sacó la cuenta y le dijo cuántos miles de pesos. Entonces Zubiaurre, con toda calma, da vuelta  su tirador, y sacando el dinero le dice:
-Tomá, te voy a prestar la plata. – Y uniendo la palabra a la acción, le entregó la plata a Sierra, que no sabía lo que le pasaba.
-Bueno, - le dice don Benjamín – ahora que tenés  plata pagame la lana; así lo hizo don Gregorio y don Benjamín, al despedirlo, le dice:
-¡Ya sabés gallego que me debés tantos miles de pesos que te presté para que me pagaras la lana!..
Esta anécdota muestra de cuerpo entero los hombres que actuaban en aquellos tiempos y en aquellos parajes.
Nota de la autora: no se firmaron papeles, no hubo pagarés, no intervinieron bancos. Era el valor de la palabra, infinitamente superior a todas esas formas. Fue aquél el tiempo y el lugar en que el hombre no necesitó de disfraces burocráticos para vivir su vida.

Ferrocarril  y Pueblo Nuevo para el Tuyú
La traza del Ferrocarril del Sud que se extiende entre Gral. Guido y Juancho y su habilitación en 1907, instala una de sus estaciones en el campo La Esperanza de Benjamín Carlos Zubiaurre. Este hecho define el asentamiento de un centro urbano en el Tuyú y facilita la iniciativa del hacendado de fundar un pueblo en su propiedad. Se terminan las postergaciones, los interminables artificios legales y burocráticos que se iban ramificando y desprendiendo unos de otros. Allí, a un paso de Juancho, las inciertas orillas marinas se habían acercado. El horizonte abierto no se hacía patente aún, pero se aproximaba.
Pasaba don Benjamín Carlos por aprietos económicos que podían paliarse con el dinero rápido de un loteo.
Las familias lanzadas de los campos de Guerrero, con sus carros atestados de pobres pertenencias y minúsculas majadas, se incorporaron al esbozo poblacional de “Pueblo Nuevo”. Se iban acercando tímidamente, como “agregados”, pequeños arrendatarios o poseedores al fin de la firme ventura de la tierra. El resto vagaba de un lado a otro con un solo deseo que ya era obsesión: hacerse propietario de un terreno para hacer su vivienda y reiniciar una vida. Un vecindario silencioso que estaba, que era el número necesario para establecer un pueblo, con sus oficios, sus familias, su escuela. Con sus ilusiones intactas, en la inmensa pampa con ferrocarril y con esquinas de campo se fueron juntando espontánea y amorosamente en torno a estas manifestaciones urbanas, trabajaban en los hornos de ladrillo, en los obrajes o haciendo changas en las estancias. Ya había un pueblo allí, ansioso y expectante. Una vez más, el polo de desarrollo que históricamente fue una estación de ferrocarril, estaba funcionando. Se consolidaba así este frágil esbozo de pueblo.






 
      Esta realidad socioeconómica, advertida por la experiencia de un rematador visionario que se llamó Arturo Etchegaray, unida a la traza del ferrocarril, decide el remate de solares, quintas y chacras, realizado el 8 de diciembre de 1907. Zubiaurre había instalado  hornos  de ladrillos bajo la dirección de los albañiles Celestino, Víctor y Carlos Deluchi  y obrajes con aserraderos para facilitar la venta de lotes y posterior construcción de viviendas. También estaba construyendo su propia casa. Salió un tren desde Constitución, que se detuvo a levantar futuros colonos en Guido, Maipú y otros pueblos. También llegaron compradores en sulkys, volantas o caballo desde Lavalle (Ajó), Vidal (Arbolito), Ayacucho y Dolores. La publicidad previa y la buena organización determinaron el éxito del remate.
      No existe piedra fundamental ni acta de fundación, pero el minucioso detalle de las ventas de ese primer remate, son el documento que le ha dado fecha de nacimiento al pueblo.
Dice en el expediente del trámite de fundación: ...”A pesar de tener gobierno comunal con rentas suficientes y ser uno de los más ricos de la provincia de Buenos Aires por la importancia de sus establecimientos ganaderos, sus grandes lagunas de agua salada donde se explota la pesca, los inmensos montes de tala – conocidos como Los Montes Grandes – cuya explotación en gran escala sólo espera las facilidades del transporte, carece de pueblo, y sus autoridades se encuentran ubicadas en casillas de madera a orillas del mismo partido, en un campo de propiedad particular.”






La Porteña